ileave – Testamento social

ileave en mi cabeza

Mi amigo me entregaba un enlace para presentarme ileave. Solo eso. Solo un link que recibes con media sonrisa y curiosidad para transformar en unos segundos en cientos de emociones y pensamientos contradictorios cruzando mi cuerpo, mente y sobre todo el alma.

He salido disparada a la reflexión encontrada y profunda. En cuestión de minutos me desdoblaba mientras seguía configurando con la otra parte de mi cerebro mensajes a seres queridos, decisiones sobre mi funeral y una lista con mis últimos deseos.

Viva. Estar o sentirme viva. ¿No es lo mismo?

Muerta. Estar o sentirme muerta ¿No es lo mismo?

Podemos estar vivos y sentirnos muertos sin haber experimentado nunca esta sensación. Podemos sentirnos vivos y sentirnos muertos por momentos. En definitiva, existe una combinación que no es posible.

Si has llegado a estas líneas puede que estés un poco incómodo. Hablar de la muerte lo es y esta es la segunda reflexión. No nos queremos morir y creemos ilusos que no pensar en ello nos salvará de que esto ocurra de manera inmediata.Intentamos alejar algo que nos pertenece. Dejamos en el suelo abandonado lo que siempre debió viajar sobre nuestros hombros. Nos corresponde desde el nacimiento la certeza de nuestro fin.

¿Porqué no ser responsables y coherentes también con esta parte de nuestra existencia?

Nos convertimos en verdaderos extraños de un espacio que no habitamos por miedo, dejadez, inseguridad o desconocimiento. ¿No deberiamos al menos venerar y amar este momento con la intensidad y el agradecimiento que se merece? Gran ejercicio completar estos cuestionarios, no creo que hubiera podido llegar a indagar en mí con tanta profundidad sin esta puesta en escena mental. ¿Qué necesidad habría?

La muerte impone un silencio de humildad, verdad, igualdad y calma.

Los mas ancianos nos cuentan cuando se acercan a ella que ven la vida de otra manera. Si de algo se arrepienten en edades avanzadas siempre coincide en que les hubiera gustado trabajar menos, estar más con su familia y disfrutar con intensidad de las cosas que les producen felicidad. Quizás por eso nos alejamos tanto de nuestros mayores, ellos son lo más cercano que tenemos a la muerte y la sociedad está enferma de sobredosis por vivir mucho, bien y rápido.

Siguiendo entonces la enseñanza de los que me preceden, no es tan mala idea estar cerca de mi muerte, aunque sea configurando pantallas.

Dejar que se acerque, aceptar mis pasos caminando hacia ella, sin miedo. La esencia de un verdugo presente en mis decisiones me mantendrá alejada de ambiciones innecesarias. Podré centrarme con mas facilidad en conseguir momentos de calidad con mi hija y arañar la felicidad que se esconde en la rutina.

La muerte no nos priva de la libertad, cuando ella llega se lo lleva todo. Es el miedo lo que no nos deja vivir. En esta epoca de cuarentena la tuvimos presente en nuestras casas pero quizás se nos olvidaron aquellas promesas que nos hicimos: vivir, soñar, aprender, disfrutar. Sentimos miedo a perder la vida sin darnos cuenta que la libertad de vivir se deshace como el hielo dentro del agua.

Todo es el mismo elemento, solo el estado cambia.

¿Me acordaré mañana de seguir viendo la otra cara de la moneda?

Quizás esta aplicación me ayude a recordar.

¿Cuál es el sentido de tu vida?


Iciar Sánchez Montero

autora de la trilogía «Soñando pasión«


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