El duelo del covid-19

La vida nos ha cambia mucho en un año. Un año de limitaciones, un año donde sin darnos cuenta y de repente, nos encontramos limitados de movilidad, del cariño de los nuestros, donde lo habitual ha pasado a ser algo excepcional. Cambios en el trabajo, amistades reinventadas en la distancia digital, cambios en el colegio de los más pequeños, limitaciones para salir a la calle, donde nuestros mayores han sido los grandes perjudicados. Personas que en su vejez han tenido que volverse a reinventar, abuelos y abuelas que se han quedado solos y han tenido que vivir entre cuatro paredes una soledad diferente a las personas digitalizadas. El desasosiego y el miedo se apoderó de todos nosotros al tener que vivir nuevas situaciones donde las limitaciones eran dignas de una película futurista.

Todos hemos vivido y estamos viviendo la pandemia de una forma diferente, pero todos y cada uno de nosotros hemos sufrido o estamos viviendo actualmente un duelo. El duelo no sólo es la perdida de un ser querido, el duelo es cualquier cambio brusco o perdida que nos afecta a nuestro día a día. Por ese motivo, y desde hace un año, la mayoría de las personas estamos en un desanimo constante prácticamente sin darnos cuenta.

Cada etapa de vida lo esta viviendo de una forma diferente:

Los niños se han adaptado más fácilmente al ver en sus mayores unos nuevos hábitos ejemplares. Los adolescentes lo viven desde su fuerza interior donde sus ganas de vivir les hace imparables en esta nueva situación desafiando las normas como todos nosotros hicimos cuando teníamos su edad. Las personas adultas lo viven con esa preocupación por sus seres queridos, analizando y observando como a sus seres queridos les ha cambiado la vida. Las personas mayores son las grandes perjudicadas, son las personas que van de batalla en batalla.

Nuestros mayores estarían pasando su vejez tranquilamente, entre viajes del IMSERSO, excursiones, encuentros en familia, o simplemente en su soledad, paseando libremente y con sus rutinas diarias. Actualmente, y durante este año de COVID-19, en general, son los que peor lo llevan. La mayoría, al no poder salir a la calle durante unos meses han perdido movilidad, otros todavía contagiados de un miedo existencial siguen sin salir y evitando relacionarse con nadie. Es una situación difícil, muy impensable si nos la hubiesen contado antes de tener que vivirla. Su duelo es mucho mayor al de cualquier otra etapa de vida. Negar a nuestros mayores que se relacionen ha sido posiblemente (no entrare a analizar este punto) lo más duro que les ha tocado vivir en su larga vida.

Hijos y nietos hemos tenido que hacer grandes esfuerzos para evitar reuniones familiares y no acompañarlos en citas tan importantes como es la Navidad, cumpleaños, etc.

Nosotros los adultos de mediana edad, y toda la familia, nos tocaría acompañarlos en estos difíciles momentos de vida. Los mayores son nuestros grandes abandonados, antes de la pandemia ya teníamos una tasa de abandono de mayores que vivían en soledad muy elevada. Ahora esta soledad se ha multiplicado porque nos lo piden las normas de la pandemia y es una muy buena excusa para no visitarlos. Debemos de buscar la manera de acompañarlos, de darles sus últimos momentos de vida con la mayor calidad posible para evitar que el duelo por la pandemia sea eterno.

En cualquier duelo encontramos cinco etapas. la negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación”. Todos y cada uno de nosotros ante un duelo pasamos por esas etapas, no necesariamente por todas ni tampoco por ese orden. Lo cierto es que, si el duelo no lo gestionamos bien, puede ser duradero y entrar en una depresión profunda. Da igual la edad que tengamos o la etapa de vida que estemos viviendo, lo cierto es que todos estamos expuestos a las cinco fases del duelo.

Por ejemplo, la negación la encontramos en todos nosotros, pero los más pequeños son los que de entrada lo niegan con más fuerza, no quieren aceptar las limitaciones de movilidad, no quieren dejar de relacionarse con sus amigos y por supuesto quieren salir a jugar. Esta fase les provoca una ira a nuestros niños donde buscan culpables, y es aquí donde les tenemos que explicar muy bien que las normas del juego han cambiado. Aún así, igual que los adultos, siguen sin entender porque ha llegado a nuestras vidas el COVID-19. Acto seguido entramos en la negociación esperando que la pandemia y sus limitaciones se acaben de una vez por todas. Es en la negociación donde debemos de aprender a aceptar la situación, pues en el caso de no aceptar las nuevas normas, nuestra mente siempre nos recordará que estamos viviendo una realidad que no nos toca. Aceptar cuanto antes nos hará cambiar nuestros hábitos y saber que la realidad que nos toca vivir ahora es esta. No podemos estar encallados en el pasado, a nadie le gusta vivir limitado, a nadie le gusta que le quieten o le limiten su libertad, pero debemos de tener claro que esto cambiará con el tiempo. Si no aceptamos las nuevas normas, con todas sus limitaciones podemos entrar en una depresión que hará que nuestra vida la vivamos sin pena ni gloria. No podemos, no debemos de caer en una situación donde sólo queramos volver a nuestra vida anterior. Todo ha cambiado y nosotros debemos de cambiar con las nuevas circunstancias, tenemos que aprender a vivir de nuevo. Si, se trata de empezar de cero, se trata de ver lo positivo de esta nueva situación. Vivir en soledad es difícil si no lo aceptamos, y por lo tanto si tenemos que vivir sin relacionarnos tanto, sin viajar, sin tener lo que antes teníamos, debemos cuanto antes aceptar y buscar de nuevo nuestro sentido de vida. Podemos conocernos mejor nosotros mismos, cambiando hábitos internos, buscando la tranquilidad en el día a día, aprendiendo a no tener expectativas, a reír, a visitar el sol a diario, a conversar con alguna de las personas que igual que nosotros esta pasando un duelo que muchos no queremos aceptar.

Todos nos necesitamos, por eso me gustaría que este duelo sirva para poder ser más amables, me gustaría que la necesidad que tenemos de ser mejores personas se convierta en esa nueva manera de relacionarnos. Si, hablar en la distancia con esa persona que nos cruzamos por la calle, visitar (con las normas de seguridad) a esa persona mayor que sabemos que esta sola, realizar una video llamada con esa persona que añoramos, decirles a los nuestros lo mucho que los queremos. A todos nos falta mucho amor, mucho contacto físico de besos y abrazos, y la única manera de suplir esa falta es vivir en el AMOR. Vamos a estar atentos a la vida, vamos a ser amables con las personas que vemos cada día y no las miramos porque vamos arrastrando nuestro duelo. Vamos a proponernos dar nuestro AMOR cada día a una persona que no conozcamos, dar AMOR, no es enamorarnos de ella, dar AMOR, es ser amable, es ser educados, es escuchar y compartir unos momentos de nuestra vida donde seguro que el aprendizaje está asegurado.

Todos nos necesitamos, y juntos podemos batallar este duelo que ya dura demasiado. No busquemos culpables, busquemos soluciones, busquemos momentos de calma, donde podemos dar a los demás la calma que nos gustaría nos den a nosotros. En nuestra mano estar aprender a vivir de nuevo, empezar de cero evitando desear lo que no tenemos. Tenemos mucho por compartir, mucho por dar y mucho por aprender.

Desde I Leave os invitamos a crear dedicatorias de amor a vuestros seres queridos, donde al crearlas, estaréis viviendo auténticos momentos de amor. La vida nos ha enseñado la otra cara de la muerte, y para no tener miedo a ella, debemos de ser conscientes de lo bonito que es vivir.

Vamos a superar el duelo del COVID-19 aprendiendo que tenemos mucho por vivir, mucho por compartir y sobre todo mucho por acompañar a nuestros seres queridos. Diles lo importantes que son para ti, no dejes un día sin decir TE QUIERO, si así lo sientes. Tenemos mucho por lo que estar agradecidos.

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