La vida es bella, nos gusta buscar la felicidad en todo lo que hacemos. Todos y cada uno de nosotros vivimos siendo conscientes que algún día vamos a morir.
Morir no es importante, y por eso no reflexionamos casi nunca sobre la muerte. Cuando alguien próximo a nosotros muere, lo pasamos realmente mal, nunca estamos preparados para decir adiós a un ser querido. Quizás, por ese motivo nos queda la pena, la incomprensión y el duelo se alarga en el tiempo.
Nuestra lucha diaria en muchas ocasiones es buscar la felicidad.
¿Qué es la felicidad?
La felicidad puede ser:
Estar en paz, esa calma que tanto nos cuesta encontrar.
Sentirte querido por la sociedad, amigos, compañeros de trabajo.
Tener amigos verdaderos en los cuales puedes confiar.
Ser parte de una familia maravillosa.
Sentir amor verdadero por parte de tu pareja.
Amar con locura a los tuyos.
Sentirte realizado profesionalmente.
Tener patrimonio o riquezas para vivir sin problema.
Que la salud no nos abandone.
Ver envejecer a nuestros seres queridos.
Etc., etc.
La felicidad puede ser todo lo mencionado anteriormente o sólo uno de esos motivos. Podemos sentirnos muy muy felices teniendo salud, después de una grave enfermedad. En este caso nuestra vida cambiará sin darnos cuenta y valoraremos mucho el tiempo para nosotros, para los nuestros. Nos amaremos más a nosotros mismos, escuchando nuestro cuerpo un día al sol, caminando bajo la lluvia, o charlando con una persona desconocida que se cruzó en nuestra vida por azar.
La felicidad es subjetiva, cada uno de nosotros, dependiendo del momento, somos felices en unas situaciones u otras. Todos somos diferentes cuando buscamos la felicidad.
“Lo más curioso de la felicidad es que cuando dejas de buscarla aparece. Si, así es, cuando desistimos de buscar pareja, un día, sin darnos cuenta aparece esa persona que se complementa a nosotros.
¿Habéis pensado cual es el motivo?
Cuando dejas de buscar algo, te entretienes en otros quehaceres, en este caso, nos podemos entretener en caminar, salir a pasear, cultivar las amistades que tenemos, meditar, estudiar. Es en ese momento, cuando nos queremos a nosotros y sin saberlo estamos encontrando la felicidad. Si, la felicidad llega sin avisar.
Cuando estamos felices, cuando estamos en calma, es cuando desprendemos luz, desprendemos amor por la vida, nos sentimos agradecidos por el simple hecho de vivir. Todo es perfecto, todo e fácil, todo es posible.
Dicen que la felicidad no hay que buscarla, está dentro de cada uno de nosotros.
¿Cuál es el problema?
No hay ningún problema, simplemente estamos demasiado atentos en lo que no tenemos, estamos demasiado pendientes de lo que tienen los demás y no somos capaces de ver que lo que tenemos es lo que nos puede dar la felicidad.
Siempre han dicho que el dinero no hace la felicidad, y cierto será, cuando hay personas con mucho mucho dinero, y mucha mucha fama y deciden quitarse la vida.
Con la muerte nos pasa lo mismo. Está claro que no queremos que se muera nadie, pero la muerte tiene la mala costumbre de llegar sin avisar, a veces, llega después de una larga enfermedad o un fatídico accidentes y semanas de UCI. Sea como sea, la muerte nos sorprende y nunca estamos preparados para vivir con ella.
Cuando llega la muerte es como cuando buscamos la felicidad, no entendemos nada. Con la felicidad nos sentimos frustrados porque incansablemente buscamos fuera de nosotros, y nos sorprendemos cuando vemos que ser feliz es algo interno, es algo que siempre está con nosotros.
Aceptar la muerte siempre es difícil, nadie nos enseña a superar ese difícil momento. Ya hemos visto que en la felicidad nos podemos volver locos porque buscamos donde no debemos, la felicidad está en nuestro interior.
Con la muerte, nos pasa exactamente igual, buscamos entender porque ha fallecido esta persona, porque la vida es tan injusta y ha truncado todo lo que le quedaba por vivir. Si, es cierto, es inexplicable, es desolador, es una tristeza desgarradora, es un golpe bajo de la vida. Ahora toca seguir viviendo sin esa persona querida.
No debemos de evitar estar tristes, la tristeza es necesaria, pero no debemos caer en ese bucle que nos invade y nos hunde. Es en este momento que debemos buscar el símil en la felicidad, somos felices cuando encontramos nuestra paz interior, cuando sabemos que amarnos es lo mejor para nosotros. En la muerte debemos de hacer lo mismo, debemos de buscar en nuestro interior y encontrar todo lo bueno que hemos vivido con la persona fallecida, debemos buscar esa felicidad compartida con él. Sólo desde el amor hacia la persona muerta encontraremos un alivio para poder superar tan difícil situación. Reviviendo momentos con él, recordando sus enseñanzas, compartiendo con nuestros seres queridos parte de esos maravillosos momentos nos dará un poco de aire fresco para poder superar este difícil momento. Es quedarnos con lo que realmente importa en este momento, es mantener viva su llama dentro de nosotros con una bonita expresión o una bonita frase de la persona fallecida y usarla como mantra cuando nos acordemos de él.
Si recordamos a la persona fallecida con todo lo que nos ha aportado en algún momento de nuestra vida lo haremos inmortal en nuestra alma. En la vida todo pasa por algo, hay muchas cosas que no podemos cambiar, muchísimas, y cuanto antes las aceptamos, antes las superamos. No debemos dejar de llorar, si es eso lo que nos apetece, o estar tristes y solitarios si nuestro cuerpo nos lo pide, pero debemos de aceptar cuanto antes que ya no volverá, aceptar que nosotros somos lo que somos posiblemente por momentos vividos con la persona fallecida. Vamos a quedarnos con sus valores, con sus consejos, con su risa, con su amistad o su amor incondicional. La vida sigue y él seguirá con nosotros mientras lo recordemos, por eso vamos a hacernos el mayor favor que nos podemos hacer en un momento así. Vamos a hurgar dentro de nosotros y ver los mensajes de vida que nos dejó.
Ojalá podamos reflexionar y hablar tranquilamente de la muerte, ojalá desde pequeños nos enseñasen a convivir con la muerte, ojalá pudiésemos valorar en vida a todas las personas que se cruzan en nuestro camino, ojalá pudiésemos agradecer en vida a todos y cada uno de nosotros lo bonito que es vivir. Ojalá cada uno de nosotros pudiésemos escribir dedicatorias en vida y compartirlas cuando fallezcamos. Ojalá seamos felices reflexionando mientras dejamos un legado de dedicatorias a todos nuestros familiares y amigos.
¡Recordad! La muerte llega sin avisar, por eso hemos creado una app para poder reflexionar en vida lo importantes que somos los unos para los otros.
Qué tu muerte no te pille por sorpresa y sea una continuidad en la vida de tus seres queridos explicándoles lo que significan para ti.